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III Certamen de Relatos Navideños

El III Certamen de Relatos Navideños de les Fogueres de Sant Joan tuvo lugar en las Navidades de 2022.

Premios

Premio Nanorrelatos (6 a 11 años)
Claudia Palomares (Maisonnave) La estrella de las hogueras
Premio Microrrelatos junior (12 a 17 años)
Alejandra March (Avenida Costablanca - Entreplayas) Nacimiento en el Benacantil
Premio Microrrelatos (18 años en adelante)
Sergio Checa (Sagrada Familia) Sentimiento Eterno
2º ex.aq. Mirín López (Sagrada Familia) Un día para la eternidad
2º ex.aq. Iván Martínez (Sagrada Familia) La Estrella Mágica

Jurado

El jurado estuvo compuesto por:

Relatos premiados

La estrella de las hogueras (Claudia Palomares)

Había una vez una niña que disfrutaba de las hogueras y de los días de Navidad. Un día paseando vio la estrella de la Navidad y pidió un deseo que nadie podía saber hasta que se cumpliera. La Navidad pasó y su año de belleza también. Y en una mágica noche de noviembre fue elegida Bellea del Foc Infantil. Al abrazar a su madre, le dijo: este fue el deseo que pedí a la estrella de la Navidad. Cada año por Navidad la estrella ilumina el cielo de nuestra ciudad esperando que otra niña pida su deseo.

Nacimiento en el Benacantil (Alejandra March)

Al Benacantil van llegando foguerers y barraquers, van a conocer al niño y a postrarse ante sus pies.
Es el pueblo alicantino muy de compartir y ofrecer, así que obsequian al pequeño con espardeñas dignas de un zaragüell. Lo envuelven con finas mantillas; todos le quieren sostener, y entregan a María algo de comer y beber.
Coca amb tonyina y bacores le ponen sobre el mantel, bordado con lindas flores que los indumentaristas se han encargado de hacer.
Uva y queso de la zona le ofrecen a José. Tienen que coger fuerzas para a la patrona de la ciudad ir a conocer.
Catorce llamas de fuego los acompañan al bajar, alumbrando su camino hasta el portal de San Nicolás.
Allí, la Virgen del Remedio los va a hospedar, envolviéndolos con su manto para que puedan descansar.
Con la llegada del día, La Explanada van a visitar. Las teselas rojas, blancas y azules les sonríen al pasar.
Más tarde, los artistas de fogueres, una casa construirán, pues en tierras alicantinas se han decidido quedar.
Los alicantinos siempre a sus pies estarán.

Sentimiento eterno (Sergio Checa)

Aquel día mi abuela volvió a ver a ese monstruo, no era la primera vez que la visitaba y sabía que cada día la visitaría más a menudo, tome la decisión de coger un tren con destino Alicante, destino a la ciudad que la vio nacer.
Era navidad y mi único deseo era ver a mi abuela sonreír. Ella siempre me hablaba de su ciudad, de sus fiestas de San Juan, del fuego, la pólvora y la música. Al bajar del tren, la llevé a la playa, nos sentamos cerca de la orilla del mar y agarré fuerte su mano, una mano llena de sabiduría y vida, para mi seguía siendo la mano más bonita del mundo, la misma mano que me agarraba de pequeña para desfilar por las calles de aquella preciosa ciudad. Siempre me decía que no me soltara, que había mucha gente y que le daba miedo que me perdiese. Cada diciembre era especial y cada junio era mágico, contaba los meses para venir a verla, le encantaba vestirme de Alicantina o comernos las uvas juntas en la plaza del ayuntamiento, ahora casi no recuerda mi nombre. Un monstruo ha venido a llevarse su don más preciado, su memoria, pero lo que no sabía es que el amor por su ciudad, su fiesta y su familia, es más fuerte que sus zarpazos letales. Aquel día de navidad, comprendí porque sonreía cada vez que “Yo” le hablaba de Alicante.
El amor puede más que el olvido.

Un día para la eternidad (Mirín López)

Debían de ser las tres de la madrugada y estaba en la cama cuando empecé a oír ruidos que llegaban desde el salón. El día anterior habíamos dejado unos recipientes con agua, leche y unas galletas junto al árbol de navidad. Hacía frío y no quería salir de la cama pero estaba emocionado, no podía perder el momento para darles las gracias por venir y por traerme tantos regalos. Iba a despertar a mamá, que ese día dormía conmigo, pero ya tenía los ojos abiertos. Estaba temblando. Únicamente acertó a decirme que no me moviera, que pasara lo que pasara me quedara allí quieto, sin hablar. Los ruidos cada vez sonaban más cerca y no pude evitar incorporarme y frotarme los ojos para ver como por debajo de la puerta se colaban en mi habitación unas sombras alargadas.
- Mamá, ya están aquí. ¡Son los reyes magos!
- Escóndete y no salgas hasta que venga la policía. Recuerda que mamá te quiere.
Desde debajo de la cama vi a mi madre saliendo de la habitación agarrando la lámpara de mi mesita de noche para enfrentarse a las sombras. Han pasado doce años y no hay día en que no la recuerde visitando el ninot indultat que desde nuestra foguera hicieron en su honor; su fuerza y coraje, el pijama que vestía y el cable de la lámpara que llevaba como única arma, todo lo reflejaron perfectamente. Hoy el ninot que recuerda a mi madre ocupa un lugar de honor en la casa de la festa y cada año une a todas les fogueres en un único sentimiento de homenaje a una madre y de sentimiento por algo más que una fiesta.

La estrella mágica (Iván Martínez)

Cada víspera de la Epifanía, una estela extendía un fascinante manto dorado de levante a poniente, acogiendo en su fugaz rastro cuantos deseos lanzaran al firmamento todos los niños y niñas de la ciudad del fuego. Sin embargo, en su octavo año de vida, al caer la noche alicantina, el cielo se encapotó, por lo que Carla, por más que apretara sus manos entrelazadas mientras veía como los relámpagos caían sobre el mar, creía ser en vano el deseo de vestir los ropajes de novia alicantina.
- ¿Qué sucede, Carlita mía? ―preguntó la abuelita, que se mecía frente a la lumbre de la chimenea― ¿Qué te ha hecho perder la ilusión y la alegría?
- Los truenos cortan el paso a la estrella mágica ―contestó con mirada vidriosa.
La abuelita soltó una carcajada comprensiva, abrió los brazos para cobijar a su nieta entristecida y la sentó en su regazo al son del crepitar del fuego.
- Carlita mía, los deseos traspasan fronteras y tempestades.
- Se perderán entre los nubarrones, abuelita.
- ¡Ay, mi niña! Todo tiene su momento, pero nunca se debe apagar la llama de la ilusión en tu corazón.
Antes de acostarse, Carla siguió el consejo de su abuelita, y durmió plácidamente hasta que los primeros rayos de la mañana la acariciaron, cuando corrió hacia el árbol, repleto de regalos, gritando: «Ya han llegado. Venid».
Carla se había fijado en uno alargado y cuando lo abrió, la ilusión se extendió como la pólvora al leer en la banda rojigualda: «Belleza Infantil 2023».