IV Certamen de Relatos Navideños

El IV Certamen de Relatos Navideños de les Fogueres de Sant Joan tuvo lugar en las Navidades de 2023.

Premio Nanorrelatos (6 a 11 años)
Saúl García Igualada (Gran Via - Garbinet) Mi sueño en Navidad
Nicole Beato Llopis (La Marina) El libro de fuego
Premio Microrrelatos junior (12 a 17 años)
Dafne Cano Checa (Sagrada Familia) Querido Gaspar
Carla María Pérez Bernard (Bulevar del Pla - Garbinet) La hoguera de los deseos
Premio Microrrelatos (18 años en adelante)
Sergio Checa Martín (Sagrada Familia) Junio se fue en diciembre
Carolina Benito San Roque (Bulevar del Pla - Garbinet) Vientos decembrinos

El jurado estuvo compuesto por:

  • Nayma Beldjilali Pérez, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Alicante
  • Mercedes García Castro, docente y foguerer
  • Miguel Ángel Durá Abad, licenciado en historia y foguerer
Se acerca la navidad y aquella noche me acosté pensando en que pediría a los reyes magos. Hay que pensarlo bien porque ellos pueden hacer los sueños realidad, después de un rato me dormí.
Al despertar sentí que había soñado algo bonito. Recordaba la música, el fuego, la pólvora ¿qué quería decir mi sueño?
Al volver del cole mientras merendaba empecé a tararear una canción, “a la llum de les fogueres…”“ Y entonces lo entendí, quiero ser belleza de mi hoguera.
No mucho tiempo atrás, una llama se encendía, no era una, eran muchas…
El libro sólo tenía una hoja, tenía escrito música, monumentos, pólvora, amistad…, nadie sabe por qué se cerró. Era Navidad, unos niños escucharon música en la calle, era un pasacalle. La música alegraba a todos, tiraban petardos y olía a pólvora. El libro se abrió, la magia salió disparada hacia ellos y el fuego bailó al ritmo de la música dibujando formas y llenando de ilusión el corazón de los niños.
Querido Gaspar:
Perdón por lo del otro día, no quería hacerme la foto contigo, pero mi madre me dijo que sino pensarías que solo te quiero por interés. Siento haberte estirado SIN QUERER del pelo, bueno, peluca. Siempre has sido mi rey mago favorito y ahora más, porque somos iguales. Para compensar lo que hice voy a contarte mi deseo navideño y mi truco para que la gente no me mire raro. Después de hogueras mi madre no guardó el pañuelo de saragüell y decidí ponérmelo para el cole, a la profe le encantó y dijo que debería ser siempre hogueras y tiene razón, duran poquísimo y haríamos a la gente más feliz, hasta mi abuelo con lo serio que es se pone contento esos días. Espero que te sirva el truco del pañuelo, porque la peluca picará mucho, yo ahora lo llevo siempre. Pensaba desear que volviera a crecerme el pelo pero ya lo conseguirán los médicos, esto es más importante. Espero desfilar contigo este año en la ofrenda que seguro que es tu desfile favorito y que no estés muy enfadado conmigo.
Con cariño, Diego.
La Hoguera de los Deseos
En Alicante, a los pies del Benacantil, plantan la hoguera de Fogueres en Nadal. Los habitantes acuden a ella porque creen que tiene magia y cada año cumple un único deseo, por eso hacen horas de cola para entregárselo.
Entre tantas personas se encontraba Concha, una mujer mayor que su único eseo era no pasar más tiempo sola ya que enviudó hace poco.
Daryna era una joven que se vio obligada a huir sola debido a la guerra de Ucrania que a día de hoy aún persiste.
La hoguera recibió todos los deseos pero decidió cumplir el de Concha y Daryna porque las dos pidieron lo mismo.
Ambas se conocían sin saberlo porque acudían al comedor social, Concha de voluntaria que era lo que llenaba sus días y Daryna por necesidad.
El día 24 de diciembre al final de la tarde Daryna pasó por el parque y vio a Concha llorando, se acercó y le preguntó, compartieron sus historias y decidieron poner remedio a su soledad.
EL FUEGO CUMPLIO SUS DESEOS.
- ¿Puede decirme por qué sacó a Pepi de la residencia sin ningún tipo de autorización?
- ¿Usted pertenece a alguna foguera?
- No, pero esa no es la pregunta… Respóndame por favor.
- Era 17 de diciembre y faltaba poco para Navidad. Yo tenía guardia en la residencia, Pepi estaba sola, nadie había ido a verla en los últimos años, un marco de fotos decoraba su pequeña habitación: le pregunté si esa joven de la foto que tanto miraba era ella, enseguida me respondió y me dijo que sí, seguidamente con un brillo en su mirada me dijo que esa foto era el recuerdo más bonito que tenía de sus padres por Navidad, yo le dije que ellos no salían en la foto, pero ella me respondió, que lo esencial es invisible a la vista y que su madre era quien le ponía la mantilla, y su padre el que encendía las tracas en cada pasacalle.
Fue en ese momento cuando tomé la decisión, sabía que les fogueres y la magia de la Navidad podían hacer que ese diciembre se convirtiera en junio. Le dije: Pepi, ¿quieres sentir de nuevo la magia del fuego? y ella me dio su fría y arrugada mano. Fuimos a la plaza de la Montañeta, vimos quemar el monumento de Fogueres en Nadal, la llevé a sentir el pasodoble en su corazón y la pólvora en su olfato… Y, aun así, creo que nunca entenderéis por qué decidí llevármela. Porque solo lo entenderíais, si el sentimiento per les fogueres viviera en vuestro corazón.
Ella era junio y decidió irse en diciembre.
Corría el viento decembrino por la ventana de Chari (Rosario para consultas médicas y gestiones bancarias).
Como cada 24 de diciembre. Su casa olía a cordero, mezclado con una amarga agonía porque sabía que en cualquier momento llegaría Teresa, su suegra.
Ya empezaba como cada año ¿Por qué has puesto esta vajilla en vez de la que yo te regalé?, no dejarás que el niño esté con el móvil en la mesa, verdad?, como mi pan de Calatrava, no hay ninguno.
Parecía una ametralladora pan, pan, pan sin parar. El horno se iba calentando a la vez que su cabeza iba imaginando como el ninot de su suegra con el pan de Calatrava en la mano se iba quemando en la hoguera de su barrio.
El hijo de su madre se limitó a sentarse a la mesa y pedir la cena, mientras el niño jugaba con la consola. No acababa de empezar a cenar y ya quería huir de allí.
¿Quién no entiende a la pobre Chari?
Os podría contar que se armó de valor y se enfrentó a su familia con todo lo que eso conllevaba.
El cordero, cayendo sobre su suegra, el móvil del niño, en la pecera, su marido, escondido debajo de la mesa y Chari, tirando la maravillosa vajilla del BBVA al suelo.
Pero no, en cambio, fue hacia la ventana para coger aire, y ese viento decembrino la devolvió a la realidad, y como cada año repitió su típica frase.
¡El año que viene ceno sola!